No aceptes a una mujer que cuando se enoja te deja de hablar.
Porque ese silencio “para castigarte” no es madurez, es manipulación emocional.
Una mujer que te ama no te ignora, no te hace adivinar qué hiciste,
no te deja hablando solo mientras ella se encierra en su orgullo.
No aceptes a una mujer que solo habla cuando todo está bien,
pero cuando algo le molesta se desconecta, se va, se esconde detrás del “así soy yo”.
Una relación no es un campo de batalla donde uno castiga y el otro aguanta.
Una relación es comunicación, respeto y ganas de resolver.
Los hombres también sienten, también necesitan claridad,
también merecen una pareja que dialogue, que explique, que busque soluciones
y no que se desaparezca como una forma de control.
Porque tú sabes lo que se siente estar ahí, viendo el teléfono,
esperando un mensaje que no llega,
pensando si lo dijiste mal, si actuaste mal,
si en verdad vales tan poco como para que te borren de un día para otro.
Acepta a la mujer que, aun molesta, se queda.
La que respira, se calma y dice: “hablemos cuando los dos estemos mejor”.
La que no te apaga, no te ignora, no te lastima para demostrar un punto.