EE.UU. planifica una misión militar en México para enfrentar a los cárteles del narcotráfico
De acuerdo con fuentes oficiales, el gobierno de Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, ha comenzado los preparativos para una nueva misión militar y de inteligencia en México, cuyo supuesto propósito sería desarticular laboratorios de droga y atacar a líderes del narcotráfico en su propio territorio.
El medio NBC News reveló que las primeras fases de entrenamiento para esta operación ya habrían comenzado. Aunque el despliegue no se considera inminente, dos funcionarios en activo y otros dos retirados confirmaron que el plan contempla “operaciones terrestres” dentro de México, con la participación de efectivos pertenecientes al Comando Conjunto de Operaciones Especiales, bajo la supervisión directa de la comunidad de inteligencia estadounidense.
Aún no existe una fecha definida ni una aprobación final sobre el alcance de la misión, pero las fuentes consultadas señalan que el proyecto avanza en sus etapas iniciales de planificación. Este movimiento coincide con lo reportado por The Washington Post en septiembre, que ya anticipaba la posibilidad de una incursión estadounidense bajo el argumento de combatir al crimen organizado.
Un cambio en la estrategia antidrogas de Washington
De concretarse, esta iniciativa representaría un cambio profundo en la política de seguridad de Estados Unidos. Tradicionalmente, la lucha contra el narcotráfico en México ha estado limitada a operaciones encubiertas de la CIA o de agencias policiales, además de la cooperación binacional en materia de inteligencia. Sin embargo, el nuevo plan abriría la puerta a acciones militares directas en territorio extranjero, algo que hasta ahora se había evitado de manera oficial.
Las proyecciones iniciales indican que las tropas estadounidenses desplegadas en México utilizarían principalmente ataques con drones para eliminar laboratorios clandestinos y a miembros de los cárteles. La iniciativa se enmarca dentro de una ofensiva regional más amplia, ya que desde hace dos meses las fuerzas armadas de EE.UU. mantienen una campaña militar activa en el Caribe y el Pacífico, también bajo el argumento del combate al narcotráfico.
En febrero, el Departamento de Estado estadounidense declaró a seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, mientras que en abril Trump amenazó públicamente con utilizar drones armados para atacar objetivos en territorio mexicano.
La postura del gobierno mexicano
La presidenta Claudia Sheinbaum ha reiterado su rechazo a cualquier forma de intervención directa por parte de Estados Unidos. No obstante, ha expresado disposición para continuar la cooperación bilateral en materia de seguridad. Su administración ha autorizado a la CIA a ampliar los vuelos de vigilancia —iniciados durante el gobierno de Joe Biden— y ha desplegado 10.000 soldados en la frontera norte, medida que ha fortalecido los decomisos de fentanilo y facilitado la extradición de 55 líderes criminales hacia Estados Unidos.
Pese a esta colaboración, la mandataria mexicana ha insistido en que cualquier acción militar extranjera en territorio nacional sería considerada una violación a la soberanía, subrayando que México mantiene plena capacidad para enfrentar a los cárteles por su cuenta.
Escalada de tensiones en el Caribe y Sudamérica
Mientras tanto, Washington ha ampliado su presencia militar en el Caribe. En agosto, un importante contingente naval y aéreo estadounidense fue desplegado en aguas cercanas a Venezuela, bajo el mismo argumento del combate al narcotráfico. Desde entonces, se han reportado bombardeos y operativos marítimos que han sido duramente cuestionados por varios gobiernos de la región y por expertos de las Naciones Unidas.
Los presidentes Nicolás Maduro (Venezuela) y Gustavo Petro (Colombia) han sido señalados sin pruebas por Trump de tener vínculos con redes narcotraficantes, acusaciones que han tensado las relaciones diplomáticas entre Washington y ambos países.
Maduro ha calificado las acciones estadounidenses como una “agresión armada”, afirmando que su nación es víctima de una “guerra multiforme” impulsada por EE.UU. con el fin de imponer un cambio de régimen y apropiarse de sus recursos naturales, incluyendo petróleo, gas y oro.
El 22 de octubre, el secretario de Guerra estadounidense, Peter Hegseth, confirmó el primer “ataque cinético” en aguas del océano Pacífico, el cual habría sido dirigido contra pequeñas embarcaciones sospechosas. Estas operaciones han sido condenadas por los gobiernos de Colombia, Brasil y Venezuela, así como por expertos de la ONU, quienes las califican como “ejecuciones sumarias” contrarias al derecho internacional.
Un nuevo frente militar hemisférico
Si la misión en México llegara a concretarse, significaría la apertura de un nuevo frente de operaciones para el ejército estadounidense dentro del hemisferio. Washington consolidaría así una red de intervenciones militares con el pretexto del combate al narcotráfico, expandiendo su influencia en América Latina y elevando el riesgo de tensiones diplomáticas.
Por ahora, la Casa Blanca no ha confirmado oficialmente los detalles del plan. Sin embargo, los movimientos preliminares, el entrenamiento de tropas y el discurso de la administración Trump sugieren que la posibilidad de una acción militar directa en México ya no es una mera especulación, sino una opción real en la agenda de seguridad estadounidense.

