En los últimos años, las capturas, extradiciones y condenas de algunos de los principales jefes del Cártel de Sinaloa, conocido también como Cártel del Pacífico, han modificado la estructura de mando de una de los grupos criminales más poderosos de América Latina.
Los exitosos operativos policiales han dispersado los liderazgos de una organización que, a pesar de todo, no ha minado una amplia capacidad operativa que le permite controlar casi la mitad de territorio mexicano, encabezar el tráfico de drogas a EE.UU. y sostener alianzas con distintas mafias en los cinco continentes.
Hasta 2016, cuando fue detenido en México por cuarta vez, Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán era el principal líder de un Cártel que nació en los años 80 y que en las décadas siguientes encontró en el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) a su rival principal.
Ya con el capo extraditado a EE.UU., el poder de la organización se dividió en varios grupos: el de ‘Los Chapitos’, encabezado por los hijos de Guzmán; el de Ismael ‘el Mayo’ Zambada, un legendario narcotraficante que jamás había sido apresado; el que respondía a Rafael Caro Quintero, otro viejo narco fundador del Cártel de Guadalajara; y el de Aureliano Guzmán, ‘El Guano’, hermano del ‘El Chapo’.
El cimbronazo mayor, sin embargo, ocurrió en julio del año pasado, con el cinematográfico operativo que permitió que ‘El Mayo’ y Joaquín Guzmán López, hijo de ‘El Chapo’, fueran detenidos en un aeropuerto de Texas. El Gobierno mexicano todavía protesta porque fue excluido por completo de un plan urdido por las autoridades de EE.UU.
De los principales líderes, hasta ahora siguen prófugos otros dos de ‘Los Chapitos’, Iván y Alfredo Guzmán Salazar; ‘El Guano’ e Ismael Zambada Sicairos, ‘El Mayito Flaco’, hijo de ‘El Mayo’ Zambada. Son ellos quienes encabezan la disputa territorial que desde el año pasado sumió a Sinaloa en un clima de violencia, cuyas derivaciones todavía son impredecibles.
Esta pelea consolida los cambios que han tenido los cárteles mexicanos que, en sus inicios, contaban con estructuras piramidales en las que había un jefe pero que ahora son más bien horizontales, con grupos o familias que controlan determinadas rutas o productos del multimillonario negocio del tráfico de drogas.